lunes, 10 de enero de 2011

Conozco a una mujer

Conozco a una mujer - indudablemente sin igual,
que lleva en su frágil cuerpo la fortaleza del amor que se da,
que su serena mirada es generosa en paz, e irradia en su rostro la dulzura de vivir por los demás.
Conozco a una mujer, que es envidiable en su hablar: su lengua sólo conoce expresarse con veracidad.
Cual ungüento al dolido aplica sin dudar la sabiduría de lo Alto, que permite regenerar
de lo que mata y del vacío, vida abundante y de solaz.
Si tú conoces a esta mujer,
presta tu oído a su hablar.

Conozco a una mujer valerosa en la guerra del vivir:
cuando cae se levanta y sigue en pos de su Rey.  Gime con dolor sabiendo que El cuida de su grey.
“La batalla está ganada”, lo sabe; y se la escucha decir animando a otros a ser firmes y en la Roca seguir.
Conozco a una mujer que se ríe de lo porvenir,
pues su vida está segura en las manos de su Señor.
A su esposo y a sus hijas siempre da lo que es mejor, al necesitado lo envía con grosuras y bendición,
al amigo y al hermano sabe siempre perdonar, y a quien ufano quiso dañarle, lo vence con puro amor.
Si tú conoces a esta mujer,
te guiará al Verdadero y Fiel.

Esta mujer la conozco bien, pues es quien me dio el ser.
¡Gracias, mil gracias, madre mía, mujer sin igual!

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