Durante mi niñez no conocí un zoológico. Bueno, habían unos pequeñitos en alguna provincia del norte, pero no los encuentro en mi difusa memoria. Así que, cuando me enteré que Quito tenía un zoológico, entonces me dije que llevaría a mis niños a visitarlo. Esta vez no dejé a la memoria el evento, sino que recurrí al auxilio de la cámara. Comparto con ustedes alguna de las tomas:
La mayoría de los animales que comparten el cautiverio en este zoológico son de origen nacional; pero hay unos pocos que han viajado muchas millas para convivir con otrora desconocidos del Guayllabamba.
Definitivamente es un buen lugar para visitar y pasar un agradable tiempo en familia. Además de los animales enjaulados, hay áreas de sembríos locales, un bar de comidas y una tienda de recuerdos. De estos dos últimos no puedo dar fe de buen funcionamiento, puesto que durante nuestra visita estuvieron cerrados. Nos dio la oportunidad de visitar restaurantes locales, y puedo indicar que existe variedad para todos los bolsillos.